¿Acaso uno de los principales
documentos del Concilio Vaticano II distorsiona las palabras de Nuestro Señor
en el Evangelio?
Por el Dr. John Lamont
Aquellos que quieren aplicar una “hermenéutica de continuidad” al
Concilio Vaticano II, o que dicen que no hay ninguna oposición o ruptura entre
los documentos de ese concilio y la Tradición Católica, o que afirman que no es
cierto que las auténticas enseñanzas del Vaticano II contradicen formalmente la
Tradición de la Iglesia, podrían considerar el siguiente pasaje de la
Constitución Pastoral Gaudium
et Spes del Vaticano II:
Para los que no son latinistas
esta afirmación (que es una oración completa dentro del documento conciliar) se
puede traducir así: ‘Por esto el amor a Dios y
al prójimo es el primer y más grande mandamiento’. No se necesita saber
latín para darse cuenta que esto es una clara contradicción respecto a la
enseñanza de Cristo. En Gaudium
et Spes Nº24 hay una alusión
deliberada a la redacción de la enseñanza divina que es contradictoria, tal
como puede apreciarse en el texto de la Vulgata correspondiente a esa enseñanza:
S. Mateo XXII,
35-39 (Vulgata Latina): “Et interrogavit eum unus ex eis legis doctor,
temptans eum; ‘Magister, quod est mandatum magnum in lege? Ait illi Iesus:
‘diliges Dominum Deum tuum ex toto corde tuo, et in tota anima tua, et in tota
mente tua. Hoc est maximum
et primum mandatum. Secundum autem simile est huic: diliges
proximum tuum, sicut teipsum'”.
S. Mateo
XXII, 35-39 (Biblia Platense de Mons. Straubinger): “Y uno de ellos, doctor de la Ley, le
propuso esta cuestión para tentarlo: ‘Maestro, ¿cuál es el mayor mandamiento de
la Ley?’ Respondió Él: ‘Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, con toda tu
alma y con todo tu espíritu. Éste es el
mayor y primer mandamiento. El segundo le es semejante: “Amarás a tu prójimo
como a ti mismo”’.
Este texto de la Gaudium
et Spes basta para probar que
las enseñanzas del Concilio Vaticano II no están exentas de error y que la
fidelidad a la enseñanza de Cristo exige que partes de él sean rechazadas. Esto
también es un punto de partida fructífero para la reflexión e investigación
sobre las motivaciones del liderazgo progresista de ese concilio y del grado en
que los Padres Conciliares en su totalidad aceptaron la responsabilidad de
preservar el Divino Depósito de la Fe (Este texto me lo señaló un profesor
católico de teología que debe permanecer en el anonimato).